domingo, 5 de junio de 2016

CUARTO EN ALQUILER


El día había llegado y no lo esperaba tan pronto. Me despertaron los ruidos en el cuarto de mi mentora. Medio dormido, caminé hacia allá y me vi inmerso en un increíble revoltijo. Las gavetas y cajas volcadas en el suelo, exponían a mis ojos las memorias de los años pasados acá. En la cara de mi mentora creí ver un gesto de decepción.

– Discúlpame –Dije bajando la cabeza. – No seguí tus consejos y guardé demasiadas cosas que no me servirán para nada en el viaje de regreso.

Las instrucciones eran claras. Solo permitían llevar una pequeña maleta. El desafío era escoger aquello que fuera más valioso. Llamaba la atención la marca de la maleta: “Enseñanzas”

Más que preocuparme por lo que llevaría, quería dejar limpio el sitio que me había acogido durante mi estadía. Otro ocuparía mi lugar , no deseaba que lo encontrara sucio. Era una tarea titánica. La basura se amontonaba en cada rincón, una materia negra y pegajosa, era imposible reconocer que la formaba. Como no tenía herramientas para realizar la tarea, con las manos iba formando pequeños volcanes que fueron ocupando todo el espacio disponible. Parecía una pesadilla. Cuando parecía que había limpiado un área, minutos después estaba otra vez repleta de esa sustancia, que se pegaba a mi ropa y a mi piel, haciéndome sentir cada vez más pesado.

Di un salto al escuchar el timbre. Había llegado la hora de abandonar el lugar y aún no terminaba. La puerta se abrió, afuera reinaba la oscuridad. Me veía las manos negras, el volcán de basura, la maleta sin llenar. Deseaba quedarme, terminar la tarea, me arrepentía de haber dejado la limpieza para el último momento.

Una corriente comenzó a empujarme hacia la puerta. Grité, estiré los brazos para asirme a mi mentora, pero fue en vano. Había llegado el momento. Ya no pertenecía a este lugar.
Viajaría sin enseñanzas  e impregnado de la basura que no me había logrado quitar.

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