jueves, 2 de junio de 2016

AMOR DE MI VIDA


Aún recuerdo tu cuerpo desnudo apretado contra el mío cuando, entre sollozos, me develabas aquella amarga confesión:

―Te amo más que a nada en el mundo, pero esto nunca podrá ser. Mi padre me comprometió con uno de los nuestros.

A partir de ese día mi vida perdió sentido. La rabia, que circulaba por mis venas, impidió que nuevos amores anidaran en mi corazón.

Entré a la Universidad, me enrolé en el movimiento y canalicé mis frustraciones luchando contra los malditos opresores que le arrebataban todo, hasta el amor, a los privados de fortuna como yo. Con el paso de los años, mi reputación transcendió fronteras. Fue cuando me pidieron ir al Salvador. Allá querían acabar con un pez gordo, el presidente de la Asociación de Cafetaleros. Habían descubierto que acostumbraba asistir sin escolta a la sinagoga. Ese desafío me apasionó. Era algo con lo que soñaba. Nadie sospechaba las razones. Luego de analizar el terreno, montamos el operativo cerca de una rotonda, en donde forzosamente tenía que frenar. Una compañera, Susana, aceptó atravesarse para simular que la había atropellado. Todo salió a pedir de boca. Susana cayó al pavimento y comenzó a fingir convulsiones. Cuando el objetivo bajó a auxiliarla, lo cosimos a balazos.

Ese día, nadie sabe la razón, le acompañaba su familia. Lo poco que quedaba de mí, comenzó a desmoronarse cuando, a través de la puerta abierta del carro, observé los horrorizados ojos de su esposa. Unos ojos que conocía tan bien. Sin embargo, como combatiente veterano, recordé la consigna: No podíamos dejar testigos de nuestras acciones.

Con mano temblorosa levanté el cañón de mi arma y sentí cómo mi boca se llenaba de amargura, cuando me despedí de ella.

―Adiós amor de mi vida.

 

Última hora: Un comando subversivo acaba de ultimar al presidente de la Asociación de Cafetaleros en la rotonda del Salvador del Mundo. Uno de los subversivos pereció también. Aparentemente se le escapó una ráfaga que lo mató de manera instantánea. Los paramédicos condujeron a la esposa del empresario a un sanatorio cercano, pues sufrió un shock nervioso. Las autoridades persiguen al resto del comando de asesinos.

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