sábado, 11 de junio de 2016

LAS PUERTAS


Sientes la brusca sacudida, el chirrido de la puerta al abrirse.  ̶ Con todo el dinero que el gobierno les asigna, por lo menos deberían cambiar ascensores ̶  piensas. Haces una larga inspiración para calmar tu respiración y sales del estrecho cubículo.  Estás a pocos minutos de ganar tu primer millón de dólares.

Lejos queda el recuerdo de aquel niño, que aprovechando las luces rojas de los semáforos, se acercaba a los vehículos detenidos y ofrecía golosinas o goma de mascar. Sin embargo, algo que tienes presente es el enojo y la frustración de tu difunta madre, cuando emocionado, abriste la puerta del cuarto para entregarle aquella bolsa que tomaste en un decuido de la conductora. Su voz, entrecortada por la cólera, ese dedo amenazante cerca de tu cara.

̶ ¡Jamás! Escúchame, jamás vuelvas a tomar algo ajeno. Prefiero que muramos de hambre a convertirnos en ladrones.

Esa luchadora mujer fue lo mejor que tuviste en la vida. Ella te obligó a estudiar, te alejó de las tentaciones de la calle y todavía tuvo el gusto de estar en tu graduación de abogado, antes de sucumbir a los estragos del cáncer.

̶ Si me viera ahora  ̶ Suspiras.  ̶ Defendiendo a uno de los hombres más ricos del país. Estarías tan orgullosa mamá, tu hijo lo está logrando.

El caso te ha consumido muchísimo tiempo, el bufete no ha escatimado esfuerzos. A pesar de los contundente de las pruebas en contra de tu cliente, apelarán a un tecnicismo para que no sean aceptadas. Es lo único que tienen, Un mes antes, el socio director de la firma te llamó a su despacho. Te pidió cerrar la puerta, te tomó del brazo, sonrió con gesto de complicidad y fue directo al grano.

̶ Jorge, confiamos en ti. Eres nuestro experto. De ti depende el destino del señor Zamora. Si ganamos el caso, nos pagará cinco millones y el veinte por ciento será para ti.

Aunque tu tarea era blindar el tecnicismo, estudiaste todo el expediente. Leíste las declaraciones de las víctimas, jovencitas menores de edad raptadas al salir del colegio, los tormentos que pasaron encerradas en ese apartamento con una puerta blindada, propiedad de Industrias Zamora, el dolor que parecía brotar de sus palabras cuando exigían justicia.  En aquellas interminables noches de insomnio, volvías a escuchar la voz de su madre.

̶ Mijo, nada se compara a vivir con la conciencia tranquila por haber hecho lo correcto. Ningún dinero del mundo puede compensar eso.

¡Un millón de dólares antes de cumplir treinta años! La puerta a un mundo que jamás soñaste, la manera de asegurar tu futuro con Laura. Laura, la hija menor del jefe, es la dueña de tu corazón. Una muchacha tan encantadora e inteligente pudo escoger a decenas de candidatos entre su clase social, pero apostó por ti, tu personalidad, tu irrefrenable deseo de alcanzar el éxito y por qué no, ese cuidado casi obsesivo que pones en tu arreglo personal. Tal vez tu jefe te confió el caso para decirte que tienes la puerta abierta para ingresar a su exclusivo círculo.

Caminas con paso seguro por el pasillo que conduce a la sala de audiencias. Observas decenas de puertas de madera, unas están abiertas, otras cerradas, como nos ocurre en el recorrido de la vida.
En tu  mente repites los argumentos fundamentales de tu alegato. Estás a veinte pasos de la puerta de la sala en dónde te cubrirás de gloria.  cuando observas a dos mujeres que también se dirigen allá. Parecen madre e hija, en sus caras se refleja angustia y dolor. La jovencita, que no tendrá más de dieciséis años, está embarazada. Las dos mujeres te recuerdan a tu madre, a tu pequeña hermana que murió dando a luz al bebé fruto de una violación…
Sientes que las luces se apagan. Cuatro pasos, tres, dos, uno, giras la manija y entras.

Tu madre se sentirá orgullosa de ti.

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